Tendremos que empezar aunque sea de la forma más sencilla por definir lenguaje como un conjunto de signos y de sonidos que hemos empleado los humanos y que nos distingue de otras especies para poder comunicarnos con otros individuos, mediante pudiendo el lenguaje expresamos tanto lo que sentimos como lo que pensamos.
Es uno de nuestros mejores vehículos de comunicación, facilitador de las primeras interacciones sociales así como favorecedor del aprendizaje, pero, existen unos periodos clave y una serie de etapas para el desarrollo del lenguaje. Son en los primeros tres años de vida cuando aparece el período más intenso en la adquisición de las habilidades del habla y el lenguaje. Estas habilidades se desarrollan mejor cuando el niño está expuesto consistentemente a un mundo lleno de imágenes, sonidos y al habla y el lenguaje de los demás. Existen períodos clave en el desarrollo del habla y el lenguaje de los bebés y los niños pequeños. Durante los mismos el cerebro está más capacitado para absorber el lenguaje. Si a lo largo de ese tiempo no se expone al niño al lenguaje, será más difícil que el niño lo aprenda. De forma global el cerebro estará predispuesto al aprendizaje de manera intensa y plástica hasta alrededor de los siete años.
El bebé manifiesta las primeras señales de comunicación cuando se da cuenta de que a través del llanto consigue alimento, consuelo y compañía. Los recién nacidos, además, empiezan a reconocer los sonidos importantes a su alrededor, por ejemplo, la voz de la madre o de quien lo cuida. Conforme van creciendo, los bebés comienzan a distinguir los sonidos del habla que componen las palabras de su lenguaje. A los seis meses de edad, la mayoría de los bebés reconocen los sonidos básicos de su lengua materna. Se debe saber que no todos los niños desarrollan las habilidades del habla y el lenguaje de la misma forma y tiempo, pero sí todos los niños siguen una progresión natural o una serie de etapas para dominar las habilidades del lenguaje.
Las etapas principales en la adquisición del lenguaje.
De forma muy genérica podríamos mencionar:
Prelingüística (de 0 a 12 meses), aparecen las protoconversaciones (Protoimperativas: el niño quiere algo y se dirige con gestos o con la mirada hacia su objetivo.
Protodeclarativas: el niño transmite un sentimiento.
Lingüística (a partir de 12 meses), destacando el período de palabra-frase (de 12 a 24 meses), más capacidad comprensiva que expresiva, emergen las holofrases, pronuncian todas las vocales y los fonemas sencillos (p, b, m, n).
La Etapa de las frases sencillas (de 2 a 6 años).
- De 2 a 3 años emergen las frases telegráficas, el juego simbólico (entre los 3 y los 4 años normalmente ya han adquirido la t, k, d, g, ñ, l y son capaces de producir los diptongos ie, ue, ua),
- A partir de los 4 aparece el lenguaje social, se empieza a salir del egocentrismo, controla la estructura gramatical (entre los 4 y los 5 años los niños ya pronuncian la f, s, ch, ll, j, z).
- A los 5 y los 6 años la mayoría de los niños pronuncian la “r” y los sinfones fl, pl, bl, cl, gl, br, fr, pr, cr, gr, tr, dr.
Como ya se mencionó antes, los ritmos de adquisición del lenguaje son variables en los niños pero sí que hay que estar atentos y no conformarse con una frase muy conocida que es la de “ya hablará”. Esa actitud ha dado lugar a que algunos niños con necesidad acudieran tarde a solicitar ayuda y que la intervención temprana se hubiera demorado.
Los trastornos del lenguaje y del habla son una patología relativamente frecuente en la infancia.
Tienen una prevalencia cercana al 5-8% en preescolares y a un 4% en escolares. Su mayor importancia estriba en el hecho de que alteran la capacidad de comunicación del niño con sus padres y pares. En la etapa escolar, los trastornos del habla y del lenguaje puede asociarse a dificultades en el aprendizaje de la lectoescritura, a un rendimiento escolar deficiente, y de forma secundaria a trastornos en la esfera conductual y emocional.
Es indicado que maticemos la diferencia entre trastornos del lenguaje y del habla.
Los primeros incluyen problemas para entender lo que otros dicen (lenguaje receptivo) o dificultad para compartir ideas (lenguaje expresivo). El trastorno específico del lenguaje, TEL, o disfasia, es una restricción que posterga el dominio de las habilidades del lenguaje. Algunos niños con un trastorno específico del lenguaje podrían comenzar a hablar sobre los tres o cuatro años de edad y con una evolución sin progresos. Retraso simple del lenguaje consiste en que la adquisición del lenguaje se presenta cronológicamente retrasada, pero que evoluciona adecuadamente (cumple los hitos en forma adecuada) y que no compromete la comprensión. Afasia, o alteración adquirida del lenguaje, en la que se observa un desarrollo previo normal, y posteriormente alteraciones en la comprensión y/o expresión.
Los trastornos del habla son alteraciones que pueden afectar a la articulación, la fonología, la voz y/o la fluencia. Las dificultades del habla, del lenguaje y de atención muchas veces coexisten. Los más frecuentes son dislalia (trastorno de la capacidad de articular o pronunciar correctamente fonemas), disartria (dificultad para articular sonidos y palabras, problemas para controlar o coordinar los músculos que se utilizan para hablar), disglosia (trastorno de la pronunciación causado por lesiones físicas o malformaciones), disfemia o tartamudeo (trastorno caracterizado por tropiezos, espasmos y repeticiones).
No menos importantes son las alteraciones de los órganos fono-articulatorios que pueden generar dificultades en la adquisición del lenguaje. Las principales son la hipoacusia, ya sea de conducción (habitualmente secundaria a otitis media efusiva, y más rara vez a agenesia del oído medio) o sensorioneural ( secundaria a asfixia neonatal, ototoxicidad, enfermedades metabólicas, tumores del SNC, causa genética). La disglosia o alteración de los órganos fono articulatorios, que causa trastorno del habla y lenguaje, por ejemplo el labio leporino, la fisura palatina. La disartria o dificultad en la pronunciación de las palabras de etiología neurológica.
Cómo observar a tus hijos o alumnos para obtener información sobre sus necesidades educativas
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