Aunque nos resulte una palabra muy oída, realmente según el sociólogo estadounidense Jeremy Rifkin, la empatía es un concepto muy nuevo en el vocabulario de cualquier lengua humana hasta ahora hablada y se empieza a emplear apenas en el año 1909.
Hay otros conceptos que se han utilizado tales como compasión, altruismo, simpatía pero no alcanzan el significado de empatía.
La empatía es la habilidad cognitiva, emocional y afectiva del individuo en la cual este es capaz de ponerse en la situación emocional de otro.
Su origen es del griego «empátheia», es una capacidad o destreza que se desarrolla paulatinamente a lo largo de la vida, y que mejora cuanto mayor es el contacto que se tiene con la persona que uno empatiza.
¿Cómo podemos educar a nuestros menores en el desarrollo de la habilidad de la empatía?
Los niños hasta el segundo año de vida tienen una empatía egocéntrica. Entre los tres y los cuatro años inician la empatía hacia los sentimientos de los demás. Desde el periodo final de la niñez y con posible evolución a lo largo de toda la vida se percibe la empatía hacia las circunstancias vitales del otro.
En esta última fase se conciben los sentimientos de los demás, no solo como reacciones del momento, sino como expresiones de su experiencia de vida general. La comprensión de los sentimientos supera el aquí y ahora, y permite la adopción de perspectivas ajenas por muy diferentes que sean a la propia. Depende del conocimiento o información sobre la vida de las otras personas y de la capacidad de autorregulación emocional.
La empatía es importante en la medida que motiva la conducta prosocial e inhibe de la conducta agresiva.
Para el desarrollo de la empatía de nuestros menores se necesitan tres condiciones:
- Que tengan sus experiencias positivas personales. El niño puede ir aprendiendo simplemente observando las interacciones de otras personas y en esto es de gran importancia la manera en que los padres se relacionen con el niño. Es esencial en la formación de la empatía una manifestación previa de la misma hacia el niño.
- Que sean conscientes de sus propias emociones y sentimientos. La persona que puede entender lo que le sucede en un momento concreto podrá comprender mejor los sentimientos de otra persona. En un niño pequeño es algo complejo ya que ni siquiera puede reconocer sus propios sentimientos y manifestarlos, por eso es importante el papel de los padres para ayudarle a expresar lo que siente.Primero deben los niños reconocer las emociones propias. Para ello resulta muy útil poner nombre a los sentimientos tan a menudo como se pueda. Identificar las emociones es el primer paso para reconocerlas y poder gestionarlas.Una vez que los niños comienzan a saber qué es estar enfadado, triste, contento, asustado, nervioso… pueden hablar sobre su estado emocional e identificar las causas que lo producen.
Existe una tendencia muy generalizada a tratar de evitar a toda costa que los niños sufran, se aburran o lloren con frases como «no llores más» o «no te enfades por esa tontería». Sin ser conscientes, lo que estamos haciendo es prohibirles experimentar y expresar sus sentimientos.
Todas las emociones, tanto las positivas como las negativas, cumplen su función y es necesario validarlas. Todas nos ayudan a manifestar lo que sentimos, a desahogarnos y a expresarnos como seres humanos.
Para aprender, crecer y evolucionar resulta tan importante el llanto como la risa. Los niños explorando y comprendiendo las propias emociones, pueden entender las de los demás. Solo así aprenderán a comportarse de forma que no tengan que hacer daño a otras personas (ni a ellos mismos). Igual de necesario es dejarles sentir la emoción, como prestarles acompañamiento sin limitar ni coartar su proceso. El aprendizaje de la regulación de las emociones es fundamental puesto que de no ser así, el niño aprende a regularse emocionalmente de forma incorrecta, por ejemplo, recurriendo a los
demás para que le regulen y le calmen. - Que tengan comprensión de lo que la otra persona siente. La última etapa consiste en tener conciencia de lo que “puede” sentir otra persona. La empatía no es posible si no sabes que siente la otra persona exactamente, por eso es importante hablar con nuestros hijos, y que se discutan las diversas situaciones que se presenten en la vida, o incluso una situación peculiar que hayamos visto en alguna película, en un programa de televisión…
Los niños aprenden por lo que ven, es conveniente que como adultos desarrollemos nuestra empatía y se la mostremos a los pequeños
Los valores y la forma de actuar de los adultos más cercanos se transmiten a los niños sin que nos demos cuenta de ello.
- Educadlos para que crezcan con una autoestima sana y fuerte, esto les permitirá ponerse en el lugar de los otros sin sentirse vulnerables o verse dañados por interpretaciones erróneas.
- Invitadlos a escuchar activamente a los demás, a que identifiquen qué sienten los otros, qué piensan, qué les alegra, qué les entristece, qué temen…
- Es necesario que hablemos con ellos y les expliquemos nuestras emociones y sentimientos. De esta forma irán entiendo que ante una misma situación los otros también tienen pensamientos y emociones diversas a las de uno mismo.
- Enseñadles a prestar atención a los demás. Cuando hable otra persona la escucharemos atentamente, ellos aprenderán
que eso es lo que se debe hacer y les animaremos a ellos a que escuchen y miren a la persona.
Los beneficios de trabajar y educar la empatía en los niños desde el primer momento en una mejor expresión de sus sentimientos los hará menos agresivos, les servirá para evitar y solucionar posibles conflictos. Se comunicaran y relacionaran mejor con su entorno.
Favorecerá el bienestar global ya que les facilitará entender determinadas conductas de los demás. Educar en la empatía es superar lo que Freud denominaba “narcisismo primario” del bebé y que ese narcisismo patológico y tirano no se perpetúe en el adulto. Para ello es necesaria tanto la detección temprana como la intervención con el menor si es posible desde el momento cero.
Detectando el perfil o mapa de características del menor
La plataforma educativa díde nos permite de una forma sencilla, rápida y sin la intervención del menor obtener toda la información de los principales ámbitos del niño (Educación y Aprendizaje, Desarrollo y Social, Emoción y Comportamiento) elaborando un perfil de cómo es y qué necesita.
Actuemos a tiempo, progenitores y docentes, tenemos la herramienta idónea para saber qué hacer con el niño, y entre tantos otros aspectos, anular desde hoy la agresión y la violencia que podrían manifestarse mañana.
¿Quieres conocer las necesidades educativas de tus hijos/alumnos?